Monday, March 27, 2006
FILIPENSES CAPITULO 2
Filipenses capítulo 2
“En el último aliento de mi vida, Señor, tú me rescataste, cuando ya me había entregado a los misterios de la muerte, tu me recogiste para siempre” (Sábado 26 de Enero del 2002)
Nuestro Señor el vencedor
Nuestro Señor en gloria y majestad
Nuestro Señor coronado de gloria y honra
Nuestros Señor cabalgando por las galaxias en sus dominios sin fin
Un día
Bajó
Un día
Se hizo hombre
Un día
Asumió nuestra humanidad
“Y aquel Verbo (Cristo) fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14
Aquellos destellos maravillosos de gloria, cuyos límites eran desconocidos, un día, se limitaron a la realidad de una vivencia humana, a la realidad de un cuerpo humano y limitado.
Todas las profecías cayeron sobre esos frágiles hombros de carne y hueso.
Aquel inconmensurable amor hacía casi estallar esos delicados ojos.
Aquel poder infinito casi hacía arder esas manos de carpintero.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
el cual siendo en forma de Dios,
no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse.
Sino que se despojó a sí mismo,
Tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
Haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz” Fil 2:5-8
Cuesta asimilarlo, cuesta comprenderlo, cuesta imaginarlo.
Nuestra corta vista queda aún más perpleja al ver como esta gloria eterna sujeta a la realidad humana sufre, llora, padece y es probada.
¿Qué podremos decir de la obra portentosa llamada encarnación?
Encarnación que desde su concepción hasta su fin no fue gratuita.
La persona de Cristo inicia desde el mismo día de su nacimiento un caminar de muerte, porque no decir, hacia la muerte.
“El Señor quiso quebrantarlo, sujetándolo a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado,
Verá descendencia,
Vivirá por largos días
Y la voluntad del Señor
En su mano será prosperada.
Verá el fruto de la aflicción de su alma
Y quedará satisfecho”
Is 53:10-11b
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra
Si mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”
Heb 12:2-3
¡Qué contradicción!
El único ser entre millones en la tierra, el único ser humano que proyectaba luz en las tinieblas, el único ser sin pecado, asume toda la realidad pecadora de los tiempos pasados, presentes y futuros siglos.
¡Qué contradicción!
El asumió voluntariamente su condición de hombre sujeto a un cuerpo limitado al tiempo y espacio.
¡Qué contradicción!
Al muchas veces no ocultar sus momentos de agonía y aflicción:
“Jesús lloró” Juan 11:35
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla. Lloró sobre ella.
Diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día,
lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos”. Lucas 19:41-42
“Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo,
comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”. Mateo 26:37
“Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad”. Marcos 14:33
Llanto por la muerte de un amigo y su inminente muerte. Llanto y lamento por una ciudad que ha endurecido su corazón a Dios.
¡Qué contradicción!
Cuando vemos el misterio de Jesucristo hecho hombre, esto no nos deja indiferentes, pues aquella verdad que marcó la vida de Cristo, también toca a los que le queremos seguir y estamos siguiendo.
Su humanidad nos afecta, nos marca y proyecta.
Un cristiano también vive esa continua contradicción.
Por un lado tener la vida del Señor, la vida eterna, la realidad gloriosa de tener a Cristo en nuestros corazones en total contradicción y oposición a nuestra realidad humana.
Una buena noticia:
Cristo venció
“Para esto fuisteis llamados (a sufrir muchas veces por la causa de Cristo); porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que vosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. 1 Pedro 2:21-24
“Gracias Señor Jesucristo,
Gracias por tu encarnación,
Gracias Señor Jesucristo,
Por tamaña manifestación,
Gracias Señor Jesucristo,
Por venir de la profundidad
De las deidades,
A manifestar tus bondades,
Gracias Señor Jesucristo,
Gracias por tu humillación,
Aún rondando el abismo,
Te humillaste a sí mismo,
A través de montes y valles,
Llegaste a respirar nuestro aire,
Gracias Señor Jesucristo,
Por tu humanidad,
Expresión de tu humildad,
Gracias Señor Jesucristo.
Desde Belén hasta la cruz,
Un camino de la luz,
Desde el pesebre al madero,
Fuiste llevado como un cordero,
Desde la infancia
Hasta tu madurez
Una vida en escasez
Desde la gloria
Hasta su victoria
Bajo hasta la escoria
Desde el gozo
Hasta el despojo
Su vida abrió millones de ojos
Desde la vida hasta la muerte
Tu triunfo fue para siempre.
Nos llama la atención como los primeros discípulos que nacieron a la vida de Iglesia encarnaron la verdad de ser cristianos a plenitud y muchos padecieron al igual que Cristo en medio de un profundo gemir que salía de su interior : Ven Señor Jesús.
Proyectaban a Cristo, a la persona de Cristo, aquí en la tierra, su propio caminar para ser dignos de El.
Vienen tiempos en que no habrá opción, o expresamos a Cristo o estamos condenados a vivir religiosamente.
Cristo en nuestra realidad humana obteniendo la victoria.
En algún momento de la historia la Iglesia perdió esta realidad y el hombre olvidó la maravillosa realidad de Jesucristo “hecho hombre” y trató de empezar a vivir el cristianismo desde su propia realidad humana.
Se olvidó en centro del anuncio del evangelio del Reino:
“El cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” 1 Tim 2:4-5-6b
No es un mensaje a la iglesia.
Pablo a los corintios:
“Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado……………, para los gentiles locura”.
“Pues no me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” Corin 2:2
La muerte de la cruz es un resultado, el resultado de Cristo hecho hombre y condenado a muerte
La muerte no lo pudo retener…
El único hombre que bajo a las profundidades y vencio:
Las puertas de los cielos se abren para celebrar el triunfo; el triunfo de la humillación, el triunfo de aquel que experimentado la bajeza, de aquel que en sus 33 años de vida humana no vivió para otra cosa que no fuera hacer la voluntad de su Padre, pero en una realidad humana normal en la cual no había ninguna distinción física o lumbrera sobrenatural.
Quizás su mirada era mas intensa, quizás sus ojos sus ojos y caricias traspasaban
¡Era el mismo Padre!
¡Sin ningún obstáculo para expresarse!
Y hoy mas que nunca quiere manifestarse a través de tu vida al mundo, su vida divina a través de tu realidad humana.
“Jesús Señor de la creación,
siendo en forma de Dios,
se despojo de si mismo,
tomo la semejanza de hombre
y siendo puro y sin mancha
entre nosotros vivió
y si mismo se humilló
tomando forma de siervo
hasta su vida entregar
y en una cruz terminar
mas Dios a lo sumo lo exaltó
y su nombre engrandeció
para que ante su autoridad
toda rodilla se doble
y toda lengua confiese
que Jesús es el Señor”
J.A.Romero
Mayo 2002
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