Monday, March 27, 2006
REVELACIÓN
Revelación
El motivo de las siguientes líneas es la búsqueda del significado que tiene la vida para todos los que existimos en este tiempo.
Te invitamos a reservarte unos minutos para reflexionar en torno a los temas aquí expuestos.
Para empezar, la mayoría de nosotros nos hemos preguntado el porqué de las cosas. Estas líneas están dedicadas para darnos una respuesta.
La siguiente reflexión esta segmentada de la siguiente forma:
El Origen
Una mirada a nuestra procedencia
Eso que llamamos vida
Una mirada a nuestro quehacer diario
La llegada de la hora inevitable
Una mirada al momento que todos debemos enfrentar
El origen
Nos tomamos un momento para reflexionar en medio de un mundo que nos lleva a todo lo contrario.
Cuando logramos salir a la superficie y reflexionamos nos sentimos incómodos y empieza la crisis; crisis que nos lleva a preguntarnos por el sentido de las cosas.
Un día, lo más intimo de una mujer y lo más intimo de un hombre se unieron. Cualquiera fuera la circunstancia de esa unión se generó la vida, nuestra vida.
Desde el primer latido de nuestro corazón en el vientre materno empezamos a percibir el afecto o rechazo de quien nos contuvo. Aquellas personas -en especial la mujer- podría haber decidido otro destino para mi o para ti. Pero, aunque no teníamos voz ni voto nacimos a este mundo.
Abusados, amados, abrazados o rechazados, un día que recordamos en el cumpleaños iniciamos este breve viaje.
A menos que alguien lo haya vivido, nadie recuerda aquel momento en que cambiamos de ambiente. Desde la íntima unión que tuvimos por nueve meses con nuestra madre, nos soltamos, para empezar la aventura aquí, en este planeta, en este continente, en este país.
¿Fuimos deseados?
¿Fuimos improvisados?
¿Fuimos fruto del amor?
¿Cuál fue la realidad de nuestros padres?
Podríamos haber nacido en cualquier parte, y lo hicimos aquí, nuestros padres podrían haber sido otros, nuestra realidad social, incluso nuestro idioma podría ser otro, pero, como vemos y sabemos, somos lo que somos.
Imaginemos las miles de preguntas a través de las generaciones tratando de encontrar sentido a nuestro origen.
Curiosamente notamos que con el avance del tiempo se dan como respuestas las más increíbles historias de nuestra procedencia. Primero fue el gran quiebre a la verdad predominante por siglos: Adán y Eva. Nos referimos a la evolución de las especies. Poco después y ahora con más fuerza se discute si nuestro origen vino de otro lugar, del planeta Marte, o simplemente de otra cultura extraterrestre.
Cualquiera fuera la realidad, todavía no respondemos a la pregunta sobre nuestro origen.
¿Cómo algo tan coordinado, tan perfecto como la naturaleza va a tener su origen en el azar de la unión de dos partículas?
A mi me cuesta creerlo. La unión de dos partículas o células nos nublan de la reflexión en torno a nuestro origen.
Mientras nuestro mundo nos aleja de la reflexión, cada uno de nosotros vive intensamente bajo una realidad que tiene origen en otro planeta, o nuestros genes son de otros seres que siempre están más avanzados que nuestra humanidad o frente al vacío de respuestas ponemos el parche que ha enseñado la religión sobre Adán y Eva.
Un parche carente de sentido, porque los labios que se apresuran a mencionar tal origen han dado por descontado la existencia de un ser supremo y creador.
Yo les pregunto:
¿Porqué ese ser supremo (Dios) creó a un hombre y una mujer?
¿Qué sentido tiene?
¿No será que ese ser supremo tiene algo que los que creen en El no han visto o no han descubierto?
Mientras las preguntas siguen, nosotros seguimos viviendo como cualquier descendiente de alguna cultura extraterrestre o de los misterios de la evolución o de la reencarnación.
Eso que llamamos vida
Desde que el día que nacemos somos formados, educados y disciplinados para no ser abortados por nuestra sociedad.
Lo aceptemos o no, el futuro proceder del ser humano está limitado y condicionado por el lugar donde vive. El tipo de alimentación, clima, educación y la familia lo que marca para toda la vida.
Desde la niñez a la vejez se vive al son del compás de las horas, minutos y segundos. Todo entrelazado con festividades que no tienen otra función que recordar que en la vida no todo es trabajo.
Hay que pasarlo bien, aunque naveguemos en el mar de las inconsistencias y de las preguntas sin respuestas.
Algunos se abrazan por completo desde la niñez a cada regla, cada método, cada sistema para no ser desechados como una pieza que no encaja. Otros se rebelan tratando de trazar su propio camino, pero las preguntas permanecen ahí, inertes.
Antes era salir a cazar para sobrevivir, ahora la oficina. Antes era el trueque, ahora el crédito, y las preguntas siguen ahí.
Si damos un vistazo a las condiciones de vida actuales, podemos mencionar que el estándar de vida ha aumentado como nunca en occidente, junto con esto, el consumo se ha elevado a cifras nunca antes vistas. Esto ha traído un abaratamiento en los costos de los bienes manufacturados. No podemos negar que el costo de los alimentos ha descendido a tal punto que hoy la pobreza no es sinónimo de hambre como antaño.
Como mencionábamos, el estándar de vida ha seguido subiendo, mientras la calidad de vida ha bajado. La salud, la vivienda y la educación han subido. Todos los costos de servicios han ido subiendo.
Todo lo anterior nos lleva a una profunda contradicción: Mientras más acceso se tiene a las cosas, mayor la insatisfacción, inseguridad y temor.
Dado lo anterior nos arriesgamos a decir que el mayor acceso a las cosas no nos lleva a la respuesta sobre el sentido de la vida.
Si soy pobre trataré de romper el circulo de pobreza para en la medida que cambie mi situación pueda encontrar sentido a la vida a través de las cosas. Si no soy pobre no pondré nunca en riesgo mi condición porque el ser pobre no tiene sentido, pero al acostarme, las preguntas suben a la superficie, sobretodo cuando nuestras familias se enfrentan a remezones que el dinero no puede comprar.
Cuántos dramas familiares, cuántas enfermedades, cuánta amargura que nada ni nadie han podido aplacar.
Desde las poblaciones callampa a los mas lujosos sectores de la ciudad que el individualismo carcome.
Una generación tras otra, unas tomando el ejemplo de la anterior para recordar gloriosas hazañas humanas. Otras tratan de sacar lección de los horrores que se cometieron en el pasado.
En vista de la carencia que se le encuentra a la vida, muchos han tratado de alterar el curso a través de la ciencia, manipulando la genética transformado los nacimientos de seres humanos a futuro en un verdadero supermercado racista.
Las construcciones sociales de la humanidad han sido un verdadero desastre, en las disputas por el poder. En esto han muerto millares de personas y sólo han traído destrucción y miseria.
Pueblo contra pueblo, sur contra el norte, el este contra el oeste. Colonizadores contra colonizados. Religión contra religión. Siempre el hombre ha buscado dominar a otros, a pura fuerza y sangre.
Tras cada injusticia, tras cada despojo, el hombre deja ver su carácter de dominado. Por más que trata de salir de lo que ha llamado “vida” cada vez se hace más esclavo. Para rematar este oscuro panorama, las revoluciones no resultaron, pues todos los que las procuraron fueron ejecutados, es decir, el hombre en su afán por el poder de dominio y su sed por la justicia humana ha llegado a ser esclavo de sí mismo. Y los dolores y preguntas siguen ahí, escupiéndonos la cara cada día.
Es irónico pensar que millones de personas pensaron en el pasado en otras formas para “ser humano”. Generaciones completas levantándose semidioses para adorar. También han buscado sentido abrazando alguna ideología por la cual vivieron y murieron, sean de derecha o izquierda. Otros buscaron y buscan sentido a la vida a través de la religión, ya sea en la eterna búsqueda de tranquilidad para la conciencia o un referente que nos compadezca por nuestra penosa condición.
Se mira y se ora o se le rinde culto a un referente externo, a un referente material que hasta hoy no ha dado respuesta al sentido de la vida, y si han intentado responder, lo han hecho a la medida del hombre.
De domingo a domingo, de sábado a sábado, golpeándonos el pecho por no alcanzar los “altos valores” que nuestra religión nos demanda.
Es asombroso el ver como cada siglo se construyó al son de las tradiciones, oscurantismo, racionalidad y liberalísmo, dando como resultado presente un relativismo en que la justicia, lo bueno, lo malo, el pecado, lo moral e inmoral han ido cambiando de manera vertiginosa adaptándose a un molde hecho a nuestra medida pero que no nos da ninguna respuesta.
La llegada de la hora inevitable
Y llega la hora inevitable, la hora que más y más la humanidad trata de olvidar.
Lo negro se cubre de blanco, aunque se trate de ocultar artificialmente, lo verde se seca y lo que alguna vez fue lúcido y lleno de fuerzas empieza a sentir los embates del tiempo.
Si la cordura permanece en la vejez se analizan los años, en el cómo se desarrollaron. Algunos empezaron pobres y ahora son ricos, otros empezaron teniendo y hoy no tienen nada.
Otros siguen igual.
Para algunos la vida fue como una montaña rusa y la llegada de la hora inevitable es la curva más baja.
Y qué rápido llega, qué rápido se nos va, todos por igual. El que llamábamos “bueno”, el que llamábamos “malo”, todos caen al cajón por igual.
Pueden haber casos en que los que están de alrededor del que se está despidiendo quieren acelerar a toda costa la despedida o tratan de demorarla lo más posible pero, al final todo es en vano, la hora llega.
Para que mencionar la llegada de la hora cuando uno menos se lo espera, aquellos sueños por cumplir, los cuales empujábamos hacia delante bajo la frase favorita de la juventud: Primero hay que pasarlo bien. Parece que mientras menos es esperado el momento, mas dolorosa es la muerte.
La muerte en cualquier momento llega como una conclusión a todo lo que nos ha pasado, sino tuvo respuesta nuestro origen y nuestra vida, menos lo tendrá nuestra muerte.
La muerte es la última estación de los sin sentidos.
¿Y esto era todo?
¿Porqué naci?
¿Por qué morir así?
Nadie está preparado para nacer, nadie para morir. Que terror es ver la vida agotarse. Desde las culturas milenarias hasta nuestros días se ve la muerte como un enemigo al cual hay que vencer en vida, poniendo como respuesta y solución tranquilizadora luces blancas, limbos, cielos con arpas y alas, etc.
Pero invariablemente la luz se apaga, es más, empezamos en algunos casos a retroceder sicológicamente a tal punto de estar listos para entrar al vientre materno como guaguas.
La muerte llega y llega. Y no hay solución para el momento posterior, porque el momento ulterior carece de sentido.
¿Tiene sentido el hecho que después de la muerte exista otro estado, que tiene como fundamentos la firme creencia de eternos momentos de éxtasis alegres?
¿Cuándo el presente tambalea y se carcome día a día hasta sus cimientos?
¿O no será que nada, absolutamente nada tiene sentido?
Respuesta
Conforme avanza el tiempo este mundo en que vivimos se forma cada vez más relativo .Nada es absoluto, incluso las respuestas. En este contexto, cuando nos hacemos las preguntas sobre el sentido de la vida, saltarán a la vista una enorme cantidad de respuestas. Similares y distantes entre si, pero que de una u otra manera ocupan un espacio dentro del presente, pasado y futuro.
Mientras cada uno opta por la respuesta que mas le acomode, todos vivimos al son del sistema presente desde la niñez a la vejez, aferrados a algo que nos identifique.
Nos asombra que en cierto periodo de la historia, algunos hombres recorrieron y fueron a lugares con formas de vida y culturas totalmente diferentes a su lugar de origen
¿Qué anunciaban estos hombres?
¡Buenas noticias¡
La respuesta a nuestra pregunta.
Viajaron gran parte de su vida para anunciar la respuesta a todo el mundo conocido.
Ahora, este 2003, nosotros también anunciamos la respuesta.
¿Porqué anunciar?
Porque es nuestra misión. Quedará en ti el creer o no creer.
Hay una verdad irrefutable para nosotros respecto al origen de nuestras vidas que va más allá de lo que pensamos y se encuentra cimentada en el siguiente verso que alguna vez has escuchado:
“Porque de tal manera amó Dios a este mundo,
que ha dado a su hijo unigénito
para todo aquel que en El crea no se pierda,
mas tenga vida eterna”
San Juan 3:16
Dios alguna vez pensó en ti y en mí. Pesó en nuestro nacimiento, nuestra vida y nuestro fin. Pero nunca pensó que nuestro pasar sería un mero trámite. El hombre desde siempre se reveló frente a Dios y buscó la respuesta sobre el sentido de la vida en sí mismo y no lo encontró ni lo encontrará.
Al momento de revelarse, aquello intimo que nos unía a Dios se rompió y sobre la humanidad caída se tendió la oscuridad con los efectos desastrosos que vemos hasta hoy.
Pero como dice el verso citado: “Dios amó de tal forma al mundo”, a pesar de su indiferencia y melancolía que El (Dios) buscó una solución concreta que estuvo muy lejano de ser algo ritual o costumbrista.
“Dios envió a su único hijo a este mundo” (lo recordamos en navidad) y como también lo recordamos en semana santa. Nuestra humanidad asesinó al hijo de Dios. Hasta la última gota de sangre que brotó de Jesús el Padre no intervino. Los cielos se oscurecieron, la tierra rugió, el velo se rasgó, pero el Padre no intervino. Seguramente con el corazón desgarrado, el Padre regaba la tierra con sus lágrimas. Pero El no intervino hasta que el hijo, el Cristo, nuestro Señor y salvador se derramó, se vació, “dejó de ser” para este mundo como un maldito, pegado en aquel madero con esos clavos. Su carne dejó de existir, su costado abierto fue lo último que el mundo vió derramarse. “Jesús murió” y el Padre no intervino, incluso en aquella última exclamación que sellaba su existencia:
¡Dios mío, Dios mío¡
¿Por qué me has abandonado?
…………Pero el Padre no intervino................
¿Por qué no intervino?
“Porque Dios ya lo había dado”. Jesús tomó nuestro propio lugar por amor.
¿Te habían amado tanto alguna vez?
Hay una manera de despertar de la falsa ilusión de este mundo construida por el mismo demonio y con la atenta ayuda y complicidad del hombre.
Reconoce hoy que esta vida nunca cobrará sentido sino tenemos fé en Cristo.
Debemos arrepentimos de nuestro desprecio e indiferencia. Basta examinarse un poco para ver cuán perverso y oscuro es nuestro corazón. Es en este momento cuando se logra lo que nada hecho por el hombre ha logrado: “Encontrarle sentido a la vida”. El entender que nuestra existencia es un paso para la plena realización del ser “hijos de Dios”.
Amigo, amiga. Despierta de este sueño y reconoce tu ignorancia, por muy intelectual o adinerado que seas. Por muy inculto o pobre que te encuentres.
¡El sacrificio es para todos!
Si crees que el Señor Jesús murió por amor a ti y que Dios lo resucitó de entre los muertos para reinar hasta hoy ora estos versos:
Jesús, gracias por morir por mí,
Te fui indiferente hasta ahora,
Pero sé que nada tiene sentido sin ti,
Ni la vida, ni la muerte.
Perdona mi actuar.
Perdona mi excusarme en tantas cosas para no arreglar mis cuentas contigo.
Ahora, si crees……………….
Creo en ti Señor
Entra en mi corazón
Quiero aprender a amarte y desde hoy sentirme amado por ti
Marca este día para empezar de nuevo.
Aunque me amenacen tormentas o terremotos y mi razón se oponga. Yo sé que tú estarás conmigo convenciéndome y seduciéndome de tal forma que nunca mire hacia atrás.
Si has tomado esta decisión, te invito a escribirme al siguiente email:
Alberto Rojas comunidadescristianas@gmail.com Enero 2003
Somos un grupo de cristianos que queremos ayudarte.
Nos juntamos semanalmente crece de donde tú vives.
Con mucho cariño y respeto
Te escribió
Alberto Rojas
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