Monday, March 27, 2006

PIEDRAS VIVAS


Piedras vivas

“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”
1° Pedro 2:5

Es glorioso pensar en el día que el Señor nos recogió para ser parte de sí mismo, en ese momento no pertenecíamos a nada ni cumplíamos ninguna función. Fue en ese instante cuando fuimos tomados desde la orilla del camino para ser llevados a la cantera divina para ser pulidos, emparejados, molidos. Éramos totalmente deformes y en la cantera se nos dio forma para luego ser llevados a una realidad más alta y superior, la cual es ser colocados en algún lugar del muro del maravilloso templo divino el cual lo componen todos los hijos de Dios.

Cada piedra sacada de un lugar -todas deformes- para luego ser tratadas para tener la forma que el supremo arquitectos proyectó. Todas cumpliendo una función, ninguna esta demás. Todas estas piedras siendo testigos de la manifestación gloriosa de la presencia de Dios.

Quedamos perplejos al entender que lo glorioso que hemos descrito tiene una historia en la cual Dios manifiesta su amor con el hombre al querer habitar desde el principio en medios de su realidad humana y pecadora

Cuando Dios ilumina a David con los diseño y medida de su templo en Israel fue el paso del tabernáculo (el cual era transportable) al templo lo que era la señal más clara y definitiva del establecimiento del pueblo de Dios en su tierra.
A diferencia de los otros pueblos paganos que tenían dentro de sus templos a sus ídolos, el templo de Israel no tenía espacio para ninguna otra cosa que no fuera la manifestación gloriosa de Dios representada por el arca y las tablas de la ley. 2°Cronicas 3:1

¡Qué hermosa es la descripción de este templo!
Era tan notable la hermosura de sus detalles, los cuales cobraban mas importancia que el mismo tamaño.
Qué glorioso debió ser el día en que fue dedicado al Señor por el rey Salomón y todo el pueblo. Qué glorioso debe haber sido cuando la nube de gloria divina llenó toda la casa. Eran maravillosos tiempos para Israel, el año 950 A.C y este templo fue el único en la historia del pueblo de Dios que se hizo de acuerdo al diseño divino.
Para continuar podemos lamentarnos porque la historia del hombre se repite. Israel es infiel a Dios y desobedece y las advertencias de Dios no tardan en llegar. El maravilloso templo es destruído cuando los babilonios invades Jerusalén en el 587 A.C. Las consecuencias del pecado se hacen sentir mientras un pueblo que era libre y soberano ahora es esclavo y ve como caen a pedazos el pórtico, el lugar santo y el lugar santísimo.

¡Cuanta amargura! ¡Cuanta desolación!

Pero Dios es fiel y permite el retorno de su pueblo del exilio babilónico en el año 538 A.C., esto se hace posible por el decreto de Ciro, rey de Persia. Inmediatamente empieza la reconstrucción del templo. En esta ocasión fue pequeño y poco prometedor. Los que volvieron de Babilonia fueron pocos en número, y sus recursos muy escasos. El templo fue el fiel reflejo que vivía el pueblo de Israel en ese tiempo. Al inicio de la construcción se produce un momento muy emotivo cuando se empezaron a echar los cimientos de la nueva construcción, los ancianos lloraban en alta voz, pero los jóvenes, que habían nacido en el exilio, daban gritos de alegría. Esdras 3:12.
Esta segunda casa tenía una diferencia fundamental respecto de la primera, el arca ya no estaba en el lugar satísimo.

Con el avance de los años, el pueblo de Dios nuevamente se aparta del camino divino y una vez más se avecina su destrucción. Ahora fue el turno de Atinoco Epifanes, en 168 A.C. Este invasor buscó eliminar el culto hebreo robando el mobiliario del templo y lo profanó obligando al sumo sacerdote a sacrificar un cerdo en el altar.
Esta acción precipitó la revuelta macabea. En 165 A.C. los judíos liberados por los macabeos recapturaron, limpiaron y rededicaron el templo.
Ya estamos llegando a los tiempos de Jesucristo y ahora el turno de Herodes el grande (37 al 4 A.C.) el cual era un constructor de templos paganos, el cual, para congraciarse con los judíos reemplazó el modesto templo por uno mas complejo y hermoso.
Herodes fue reedificando por partes la vieja estructura para nunca interrumpir las observaciones rituales.
Los judíos dijeron a Jesús que el templo había sido construido durante 46 años (Juan 2:20). Sin embargo, habian de pasar más de 30 años antes de que estuviera realmente terminado, y sólo para ser destruido.
Todo habla de la grandiosidad del edificio, que era de mármol blanco, su frente oriental cubierto de oro que reflejaba los rayos del sol naciente. Este templo fue incendiado cuando Jerusalén cayó bajo los ejércitos romanos en el 70 D.C.

Enero 2003
Alberto Rojas comunidadescristianas@gmail.com

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